¿Qué es?
Es la inflamación de una doble membrana que rodea al corazón, llamada pericardio. Puede dar lugar a derrame pericardico (formación de líquido entre la membrana que está pegada al corazón y la que está en contacto con los pulmones) y también puede dar lugar a engrosamiento, retracción y calcificación del pericardio.
¿Cuáles son sus causas?
En 9 de cada 10 casos la causa es vírica o desconocida (idiopática), siendo esta última la más frecuente (85-90%). Cuando es vírica puede ir precedida de un catarro, faringitis o cualquier otra enfermedad causada por virus.
Otras causas son las siguientes: infarto agudo de miocardio, insuficiencia renal, hipotiroidismo, enfermedades autoinmunes, determinados medicamentos, traumatismos torácicos, cirugía cardíaca, radioterapia (generalmente aparece un año después), infecciones, neoplasias, etc. Las causas son muy variadas y no siempre identificables, en cuyo caso se llama idiopática (de causa desconocida).
Existen dos formas de pericarditis: aguda (dura menos de 6 semanas) y crónica (dura más de 6 semanas).
¿Cuáles son sus síntomas?
La pericarditis aguda se caracteriza por síntomas debidos a la inflamación del pericardio: dolor centro-torácico que suele ser agudo e irradiado a espalda, cuello, brazos y hombro izquierdo. El dolor se acentúa cuando el paciente está acostado boca arriba y disminuye al sentarse e inclinarse hacia delante. También se acentúa al respirar profundo, lo cual dificulta la respiración. Algunos pacientes tienen una molestia fija a nivel del esternón que se parece al dolor del infarto agudo de miocardio. El dolor puede acompañarse de fiebre y taquicardia, y suele durar varios días.
Aparecen otros síntomas cuando hay derrame pericárdico, sobre todo si es abundante y se produce en poco tiempo (puede haber dificultad para respirar, mareo, etc).
La pericarditis crónica (duración mayor de seis semanas) puede llegar a producir engrosamiento, retracción y calcificación del pericardio, en cuyo caso se habla de pericarditis constrictiva. Este tipo de pericarditis puede producir síntomas de insuficiencia cardíaca derecha: aumento de tamaño de las venas del cuello, hinchazón abdominal y de tobillos o piernas.
¿Cómo se diagnostica?
El médico dispone de tres criterios de diagnóstico en la pericarditis aguda, que no necesariamente están presentes al mismo tiempo: la historia clínica de dolor típico, la auscultación cardíaca y las alteraciones del electrocardiograma. Generalmente basta para hacer el diagnóstico que dos de estos tres criterios estén presentes en algún momento de la evolución de la enfermedad.
La pericarditis crónica da lugar a síntomas menos típicos y más variados. Si cursa con derrame pericárdico, se puede diagnosticar por un ecocardiograma. Si cursa con calcificación pericárdica, se ven los depósitos de calcio en una radiografía de tórax.
¿Cómo se conoce la causa?
La historia clínica es el dato más importante. En muchos casos un interrogatorio clínico bien hecho permite conocer la causa y en otros sospecharla. Las pruebas que se piden van dirigidas a confirmar o excluir el diagnóstico de sospecha. No es necesario hacer en cada caso una búsqueda exhaustiva de todos los gérmenes o enfermedades que pueden producir la pericarditis, sobre todo si se sospecha que es vírica, ya que en este caso se trata de una enfermedad benigna que se cura en poco tiempo (antes de que llegue el resultado de las pruebas).
¿Puede repetirse en el mismo paciente?
Entre un 15 y un 20% de los pacientes con pericarditis aguda benigna presentan una o más recidivas, en cuyo caso se habla de recurrencia. Cuando reaparecen los síntomas al suprimir el tratamiento antiinflamatorio se llama pericarditis incesante. Otras veces se habla de pericarditis intermitente, cuando los síntomas reaparecen después de un intervalo de tiempo libre de molestias. A veces reaparecen los síntomas al suprimir el tratamiento antiinflamatorio. Si esto ocurre dentro de las 6 primeras semanas desde los síntomas iniciales, se habla de pericarditis incesante o recurrente. En estos casos hay que replantearse la causa, ya que a veces se trata de una pericarditis secundaria a otras enfermedades, y hay que tratar la enfermedad causante.