Insuficiencia venosa crónica

¿Qué es?

La insuficiencia venosa crónica es el cuadro clínico ocasionado por la dificultad del retorno venoso de las extremidades inferiores. La Organización Mundial de la Salud define las varices como "dilataciones de las venas que con frecuencia son tortuosas".

¿Cuáles son sus causas?

La circulación sanguínea asegura, gracias a las arterias, el aporte de oxígeno a los diferentes órganos y tejidos, y, gracias a las venas, el retorno al corazón de la sangre pobre en oxígeno. Para realizar esa función de retorno diferentes mecanismos permiten vencer la fuerza de la gravedad. Cuando alguno de esos mecanismos falla, la sangre se estanca en las venas, sus paredes se dilatan y su estructura y función se alteran apareciendo los síntomas.

¿Quién puede padecerla?

Todo el proceso que lleva a la insuficiencia venosa crónica está favorecido por el ortostatismo por lo que cualquier persona puede padecer la enfermedad. No obstante, es más frecuente en las mujeres y tiene una mayor incidencia en obesos y personas cuya actividad profesional exige estancias prolongadas de pie.

¿Cuáles son sus síntomas?

El cuadro clínico es variado e incluye desde el paciente asintomático, cuya única preocupación es el problema estético que comporta la existencia de varices, al paciente con la sintomatología característica, (piernas pesadas, dolor, calambres y sensación de cansancio permanente, que mejora con el reposo, la elevación de la extremidad y el frío y empeora con la bipedestación y el calor). En estadios más avanzados pueden llegar a producirse cambios en la coloración de la piel e incluso úlceras de estasis.

¿Cómo se diagnostica?

La exploración física suele ser suficiente para establecer el diagnóstico aunque existen algunos datos que es preciso conocer. Por esta razón, existen pruebas complementarias, de entre ellas el eco-doppler-color la que más información nos facilita. En algunos casos es necesaria la realización de una flebografía con contraste.

La utilización de medias de compresión es quizá la parte más importante del tratamiento puesto que, en cierto modo, ejercen la función de retorno que las venas enfermas no pueden llevar a cabo.

Existen además alguna medidas higiénico-dietéticas y posturales de cuyo cumplimiento depende no sólo el control de la enfermedad sino también el resultado y la evolución posterior de cualquiera de las técnicas mencionadas.

Algunas de estas medidas son:
Evitar el sobrepeso.
Practicar un deporte adecuado (paseo, natación).
Evitar las fuentes de calor.
Refrescar las piernas con baños de agua fría.
Evitar el estreñimiento.
Evitar el uso de ropa demasiado ceñida.
Utilizar calzado con un tacón de 3-4 cm; evitar tacón alto y zapato plano.
Elevar ligeramente los pies de la cama.
Masajes en las piernas.
Evitar la toma de anticonceptivos orales. 

Por último, existe en el mercado una amplia variedad de fármacos venotónicos que mejoran el funcionamiento del sistema venoso y alivian eficazmente los síntomas.

La cirugía de las varices ha sido durante años aceptada como el método terapéutico más eficaz y de mejor pronóstico, aunque no siempre está indicada y puede no ser suficiente. Las técnicas quirúrgicas van desde la safenectomía o extirpación de las venas superficiales enfermas, hasta reconstrucciones complejas de venas del sistema venoso profundo, pasando por la flebectomía ambulatoria, que permite extirpar venas varicosas bajo anestesia local y sin necesidad de ingreso hospitalario.

A partir de los años 90, y a la vista de los buenos resultados clínicos, comenzó a despertar un creciente interés en el tratamiento de las varices mediante esclerosis con agentes esclerosantes en forma de espuma, en cuya aplicación la Clínica Universitaria de Navarra es pionera.